25 Nov Gansos
Relato de la semana para Creativos Enredados. Pista: ese ganso nunca antes había graznado
25 de Noviembre de 2022

Entraron en la cafetería de enfrente, con pasos abatidos, y se sentaron en su mesa de siempre, junto a la ventana, desde donde veían la entrada de la sucursal. Ahí cruzaban después de cada reunión, con los papeles, y los leían con calma, todos, hasta la última frase de la letra más pequeña, y pedían siempre lo mismo, café solo para ella y un cortado para su padre, y una porción de tarta, para hacer más llevadero el asunto, le decía ella, sonriendo, con chocolate parece que puedes con todo, y hablaban y decidían y volvían a cruzar y entraban al banco a firmar, y al director, desde su despacho, se le encendía una sonrisa que se iba haciendo más grande conforme ellos llegaban y se sentaban, cuánto me alegro, les decía, esta operación va a ser bonita para todos, ya lo verán, y les apartaba las sillas, acomodándoles, recuerden que en breve iré personalmente a su negocio a llevarles el regalo de Navidad, y abría las manos, haciéndose el modesto, un detalle, poco, para lo que ustedes merecen, y ella le miraba fijamente, calibrando que al menos podrían regalarle un viaje, lo único que compensaría todo lo que se había dejado allí, en aquella oficina llena de gente joven y atractiva, tan fría y brillante como la decoración, pero no dijo nada, qué más da, y siempre se daban un caluroso apretón de manos y les acompañaba a la puerta, inclinándose en una media reverencia que intentaba hacerles sentir importantes, y que a ella sólo conseguía hacerla sentir desasosiego, y una extraña vergüenza que nunca sabía explicar.
Hasta hoy.
Se miraron en silencio, por primera vez sin ganas de pedir la tarta de chocolate. Ella notó que le ardían las mejillas y lo soltó, qué hijo de puta, y su padre la miró, y debió estar de acuerdo porque no le dijo nada, se limitó a mover la cabeza, cansado, y ella le cogió la mano, ya está, padre, hay que rendirse, no podemos más, y sintió que además de las mejillas le ardían los ojos y él la miro, vencido al fin, cómo es posible, dijo, con tantos años que le conocemos, siempre en el mismo sitio, siempre fieles…y ella le miró con tristeza. Le han ascendido, padre… ese ganso nunca antes había graznado, y ahora que puede, ya es un águila.
¿Me cuentas tú?