Historias guardadas

Historias guardadas

19 de Mayo de 2023. Relato de la semana para Creativos Enredados. Pista:

Cuando cerré la casa de mi madre, se quedó tan vacía como yo. Di una última vuelta, despacio, despidiéndome en cada habitación, conforme me aseguraba de ir apagando las luces. Ya se lo habían llevado todo. El ajuar bordado, la vajilla, las joyas, la ropa, nos las habíamos repartido entre las hermanas, con mucha suerte: ni un reproche, ninguna discusión, nada de avaricia. Sólo amor infinito, como la pena.

Necesité meses para, al fin, abrir la caja de latón que me había alargado mi hermana; ten, hay unas fotos, unas cartas, tú que eres la escritora, quizá te interese, por si algún día nos haces un libro de familia. Me enterneció que me tuviera tan considerada, ya que, lo que era escribir, hacía mucho que sólo redactaba anuncios que me pagaran las facturas, y dejé la caja en el estante de mi despacho y la miré cada día hasta que una tarde de invierno, llena de lluvia y café, me pareció el momento perfecto para bucear de una vez en aquella intimidad que mi madre había guardado en secreto, envuelta en un chal en el altillo de su ropero.

Cartas desvaídas de la época de novios, atadas con primor con una cinta rosa. El sonajero de plata con el que nos había entretenido a todas. Fotos en blanco y negro de la boda, del viaje de novios, de los abuelos, de antepasados que ni conocíamos. Recuerdos de una juventud muy lejana, dulces y previsibles. Eso iba a contarle a mis hermanas, cuando, al limpiar la caja por dentro, me di cuenta de que la base sonaba hueca, y al presionar, sonó un clic.

La caja tenía un doble fondo.

Y allí, entre tanta grisura, el verano estalló ante mis ojos, luminoso, sencillo y despreocupado. Giré la postal, que empezó a temblar en mi mano cuando leí Aquí estaré, por si quieres volver. Costa Brava, Agosto de 1959, y comprendí que mi madre había vivido algo tan grandioso como imposible, porque justo ése había sido el año de su boda. ¿Quién le había escrito algo así? ¿La había estado esperando, verano tras verano, sentado en esa fonda marinera de puertas encaladas y sillas de enea? ¿Aún viviría?

Dar respuesta a todas las preguntas es, desde entonces, la obsesión que me acompaña en cada pueblo empedrado por el que voy preguntando, mostrando la postal. Ahora sí tengo una maravillosa historia que contar, mamá. Tu secreto será mi primer libro.   

¿Me cuentas tú?

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