La chica del traje gris

La chica del traje gris

29 de Septiembre de 2023. Relato de la semana para Creativos en Otoño. Pista: «Que los sueños sean mentiras de verdad», Joaquín Sabina

Cuando el tren paraba en Atocha, yo ya llevaba un rato de pie, impaciente por sumergirme en el bullicio de la estación. Me daba lo mismo parecer una cateta de provincias, excitada al llegar a la capital: nada más salir al Paseo del Prado, el tráfico, el ruido y el olor a tapas me hacían estallar en una carcajada feliz: yo, mediterránea hasta la médula, sucumbía a la magia de Madrid, ésa que dicen que, automáticamente, te hace ser un poco suya.

Bordeaba el Retiro y acababa subiendo por Preciados, y en los días siguientes, cuando cogía el metro, iba con tiempo de sobra para cruzar el centro sólo por la emoción de oír las paradas en el altavoz: Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal, y me preguntaba si alguien más las iría tatareando por dentro, como yo hacía sin remedio, atenta por si me miraba y reconocía en sus ojos la pertenencia a la misma tribu.

 Aquel viaje fue distinto. Apuré la última noche, paseando las calles solitarias, y justo antes de llegar a La Latina, en un banco camuflado entre las sombras, le vi.

¿No dices que ya no sales desde que existen los móviles? le provoqué, acercándome despacio. Esto no es salir, carajo, rezongó, es bajar a fumar un poco, que es lo único que me queda, aunque sea a escondidas, bueno, algún whisky también me hago, y no pude evitar reírme, sentándome a su lado. Tú no lo sabes, susurré, pero la primera vez que te esperé, después de un concierto, acababa de cumplir catorce, y tengo cincuenta, ¡eres el hombre que más me ha durado en la vida! y una tarde te vi en la calle y me atreví y te lo conté y te reíste y me dijiste muchas gracias, guapa, y yo ya sé que eso se lo dices a todas, pero me dio igual, me lo habías dicho A MI, ay, Joaquín, si supieras. Yo también quería mudarme al barrio de la Alegría, pero aquí sigo, en la calle Melancolía, esquina con el Bulevar de los Sueños Rotos, y aún no quiero pastillas para no soñar, y él me miró fijamente, y me dijo: pues haz que esos sueños sean mentiras de verdad, princesa.

Aún me quema el beso que me dio, y ya han pasado más de quinientas noches.

¿Me cuentas tú?

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