17 Jul Una hora en catamarán
17 de Julio de 2022
Echo un vistazo mientras me tomo el café. Vela mayor, mástil, obenques, foque, botavara, timón, caña… voy repasando las piezas del catamarán en el que subiré esta misma mañana, sin entender cómo puede ser que, siendo de provincia de mar y habiendo conocido tantas playas, no lo haya probado todavía. Como una niña impaciente y ávida de experiencias llego al puesto donde los alquilan; techo de paja y banderines que ondean al ritmo del reggae. La arena abrasa los pies mientras lo empujamos hasta la orilla, donde me subo de un salto y el hombre que me va a llevar me pregunta si tengo miedo. ¿Miedo del viento en la cara, de la espuma que salpica, de la adrenalina de lo nuevo? Sólo acierto a mirarle y hacerle un gesto de todo ok. ¿Cómo explicarle lo viva que me siento?

Aquí adentro ni se nota ni me importa la ola de calor. En el mar no me importa nada, en realidad, como si tuviera un efecto mágico de amnesia que me anula el raciocinio y sólo me deja los sentidos, para que no piense ni recuerde ni planifique y sólo sienta, simplemente; el sol vibrante, el olor y el sabor de la sal en la piel, el agua fría y oscura a la que me tiro de cabeza después de pedirle al patrón que por favor me deje nadar aquí, ya muy lejos de la orilla, sola, rodeada de peces y una medusa enorme y de un color tan naranja que confundimos con un balón perdido y que espero a que se aleje tranquila y ondulante para dejarme seguir nadando, y nado y nado y buceo y me quedo quieta, haciendo el muerto, odio esa expresión, y me corrijo yo misma, estoy flotando boca arriba, estirada, mecida por las olas, respirando despacio, con los ojos cerrados, esto no es hacer el muerto, es estar muy vivo, es revivir, es cargar la batería, las reservas de energía, de fuerzas, de alegría, ahora odio los refranes de muertos, los chistes de muertos, las frases de muertos, a qué viene esto ahora, no hemos quedado en que aquí no se piensa, sólo se siente, y cojo aire y bajo todo lo que puedo y el patrón empieza a ponerse nervioso, venga, sube, me grita, que el mar está bueno pero es traicionero, nunca se sabe, y no puedo tirarme a por ti y arriesgarme a que el catamarán se vaya y quedarnos tirados, estamos muy lejos, ¿cómo explicarle a este hombre que ahora mismo estoy siendo feliz?

Cómo decirle no volvamos, no me dejes en tierra, da la vuelta y sigue, aquí soy libre, vamos a las islas, pasemos el verano descalzos, durmiendo en cubierta, comiendo pescado recién sacado al calor de las brasas, mirando las estrellas hasta las tantas, escribiendo en la arena ¿¿ya ha pasado la hora??

Vuelvo, convencida de que ese verano de navegación errante, también llegará.
*Te dejo aquí toda la información sobre horarios, actividades y precios de AfterSurf
Mónica
Posted at 16:48h, 28 septiembreSiempre he pensado que vivir en una localidad con mar es el mayor de los lujos y es calidad de vida.
Sigue disfrutando todo lo que puedas de él y que pronto cumplas tu sueño de vacaciones en el mar…., pero no en crucero, sino tal y como lo defines, de navegación errante. No suena nada mal.
LabalanzadeSiete
Posted at 11:25h, 13 octubreLa verdad es que me siento feliz de poder hacerlo, y con la edad (!) más me doy cuenta de que lo necesito cerca. Aunque no vaya en unos días, pero sé que está. Mientras buscaba mi nido me daba cuenta de que era un requisito tan imprescindible como la zona de la ciudad o la orientación…y ahora lo veo desde mi terraza a todas horas 🙂
¡Gracias por volver a comentar!